Las golondrinas de Kabul, un alegato por la libertad

Las directoras francesas Zabou Breitman y Eléa Gobbé-Mévellec llevan al cine la obra más universal de Yasmina Khadra, seudónimo femenino del escritor argelino Mohammed Moulessehoul, quien en el 2002, en plena efervescencia por la derrota del talibán, recreó la dramática historia de dos parejas en medio del infierno teocrático del régimen liderado por el Mulá Omar.

Corre el año 1998 y para los afganos ya es costumbre la pobreza, la muerte, las violaciones a los derechos humanos y el odio irracional a la imagen femenina. En medio de este caos, Zunaira, Mohsen, Musarrat y Atiq unen sus historias para recrear algo de humanidad ahí donde prácticamente no existía.

La animación de esta novela, con uno de los finales más impactantes de la literatura árabe reciente, está muy bien lograda gracias al trabajo, ya notorio en anteriores producciones, de Gobbé - Mévellec, quien junto con Breitman logran crear la tensión necesaria de la historia con una animación elocuente y precisa en trazos y tonos de colores.

Quizás, el filme, no hubiese sido soportable sino se realizaba en modo animación, una animación dura (no es para nada esperanzadora como la célebre Persépolis de Marjane Satrapi) acorde a la terrible historia de un país desgarrado por la guerra y la tiranía. El filme está más cerca al trabajo realizado por Ari Folman en "Vals con Bashir", donde la muerte y la guerra también se hace tan visceralmente cotidianos para los personajes y dolorosa para el público, tan dolorosa como la certeza de que estas escenas se viven en estos mismos instantes en el otro lado del mundo.

5 de 5 estrellas para este filme, nominado a mejor filme de animación en los premios César de Francia.