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Cine: Samuel Maoz y su visión crítica de Israel

  • Foto del escritor: Periferia Internacional
    Periferia Internacional
  • 8 oct 2023
  • 5 Min. de lectura

Foxtrot de Samuel Maoz
Escena del baile en la película "Foxtrot" de Samuel Maoz

Hace exactamente cincuenta años atrás, tres países fronterizos con Israel lanzaron un ataque sorpresa, y en conjunto, durante la festividad de Iom Kuppur, el día más sagrado del calendario judío. Fue una desgracia revertida. Los países atacantes no cumplieron su objetivo. Años después, dos de ellos firmaron tratados de paz con Israel.


Esta semana, 50 años después del conflicto y una semana después del Iom Kippur, las dantescas imágenes de la incursión sorpresiva de Hamas, en el sur de Israel, deja mucho tema para hilar más allá del simple discurso pro Palestina o pro Israel.


El conflicto Palestina - Israel ha sido tocado muchas veces en la cinematografía de ambas naciones. De hecho, películas israelíes tan notables y estremecedoras como "Vals con Bashir" de Ari Folman o "Más allá de los muros" de Uri Barbash, que narran la difícil coexistencia entre ambas comunidades, han sido nominadas al Óscar a mejor película en idioma extranjero. De hecho, de las 10 nominaciones de Israel en esta terna (hasta ahora no ganada) la mitad de ellas narra algún episodio en torno a los conflictos entre Israel y sus vecinos árabes.


Por el otro bando, en los Territorios Palestinos (Nombre con el que se denomina a Palestina en los Óscar, debido a la reticencia israelí de llamársele Palestina a secas) las, hasta ahora, dos únicas películas que compitieron por este galardón pertenecen al mismo director, el árabe israelí Hany Abu-Assad. "Paradise now" del 2005 y "Omar" del 2013 narran la frustración de los palestinos en medio de un conflicto de nunca acabar y su radicalización producto de la ocupación.


Pero quizás las críticas más acidas, a la vez que alturadas, al conflicto han provenido de las dos únicas películas del director israelí, Samuel Maoz, quien tentó también la posibilidad de ser nominado al Óscar con su último filme "Foxtrot", pero no alcanzó ser parte de la terna. Hay quien dice que, en gran parte, por la presión de grupos pro israelíes.


Samuel Maoz es un veterano de la guerra en el Líbano en 1982, durante la cual militares israelíes ingresaron al sur de ese país con la consigna de expulsar a la OLP de Yasser Arafat, de la zona. Una vez terminada su actividad militar, Maoz decidió dedicarse al cine para contar todo lo vivido. Así, luego de realizar un documental para la televisión sobre danza contemporánea, elaboró dos de las piezas cinematográficas más deslumbrantes del cine moderno.


Líbano de Samuel Maoz
Líbano de Samuel Maoz

Líbano (2009)

Teniendo como telón de fondo la guerra en el Líbano, en la cual los israelíes de aliaron con los falangistas libaneses para acabar con la OLP, Samuel Maoz nos sumerge dentro de un tanque para hacernos partícipes de las vivencias de 4 jóvenes israelíes que se embarcan en una guerra sin tener la cohesión necesaria para ello.


“Te puse dentro del tanque, para que te identifiques totalmente con ellos, para que veas sólo lo que ellos ven y sepas sólo lo que ellos saben. Así que no serás una audiencia objetiva que observa una trama. Entonces verás el punto de mira y a la víctima mirándote a los ojos”, dijo Samuel Maoz en una entrevista al New York Times.


"Líbano" formó parte de las películas que a inicios de milenio retrataban la incursión israelí en su vecino norteño, como "Vals con Bashir" y "Beaufort". En gran medida el resurgimiento de este trauma bélico, cuyo punto más cruel fue la masacre en los campamentos de Sabra y Chatila, se debió a la breve incursión israelí en el Líbano en el 2006, cuando pretendieron desalojar al Hizzbolah.


Como muy pocas veces en el cine israelí (aunque en realidad de cualquier país), en "Líbano", el director nos muestra la fragilidad y falta de liderazgo de un equipo abrumado por la violencia y el desgano propio del cumplir solo por cumplir. Era más que obvio que la película recibiera tremendas críticas del Estado de Israel, pues a ningún país le gsutaría que se retrate así a su ejército; sin embargo, Israel es una democracia donde las censuras están mal vistas y es por ello que el filme logró llegar a las salas de cine y competir internacionalmente.


Era, también, el debut en largometrajes de ficción de Maoz, quien usa esta innovadora puesta en escena para recrearnos su experiencia, con solo 20 años, en una de las más crueles guerras que recuerde medio oriente. La claustrofóbica locación escogida hace de este esfuerzo cinematográfico todo un suceso. Maoz logra captar mediante primeros planos adecuados, luces bien dirigidas y zoom in precisos, la fragilidad de jóvenes puestos a comandar una unidad en el peor escenario posible.


Si bien es cierto algunas tomas resultan ser evidentemente pretenciosas en su afán de mostrar el horror de la guerra, hay otros espacios donde la narración gana, como en la relación entre estos 4 jóvenes y la toma de decisiones en los momentos más álgidos. Quizás, Maoz es mejor mostrando todo lo que ocurre dentro del tanque que aquello que ocurre fuera, que a veces se nota demasiado ensayado perdiendo la naturalidad del filme.


La película le valió, merecidamente el León de Oro al director en el Festival Internacional de Cine de Venecia y catapultó al director entre las élites cinematográficas. Maoz estuvo acompañado de varios de los técnicos que lo seguirían en su segundo largometraje, entre ellos Giora Bejach, uno de los mejores directores de fotografía actuales.


Foxtrot de Samuel Maoz
Foxtrot de Samuel Maoz

Foxtrot (2017)

"Foxtrot" es una maravilla visual. La narración mezcla imágenes teatrales con espacios desolados donde la luz juega un papel demasiado importante. Todo en este filme está puesto delicadamente con la intención de sorprender al espectador, la luz (o falta de ella), los planos, la escenografía y el movimiento de cámaras es brillante.


La historia que se nos presenta es la de una familia de burgueses progresistas en Israel que reciben una trágica noticia tan pronto inicia el filme. Alrededor de este suceso se desatan una serie de metáforas visuales y narrativas que nos sumergen en las consecuencias de la guerra y nos tratan de explicar el cansancio en la sociedad israelí sobre los protocolos de un conflicto que se perciben absurdos.


La familia Feldman tendrá que lidiar con la burocracia militar, mientras el joven hijo arrinconado en un destartalado puesto de vigilancia militar nos pasea por el devenir de un grupo de soldados que hacen todo casi de forma robótica, y que como tales no pueden discernir, en un momento de peligro, con criterio.


La película es una crítica ácida sobre cómo la sociedad israelí más ilustrada mira para otro lado hasta que la desgracia asoma a su puerta y cómo el gobierno usa a jóvenes que deben cumplir un servicio militar obligatorio en tareas para las cuales no cuentan con mayor equipamiento que sus fusiles. También es una inteligente crítica a la paternidad y la maternidad, sobre todo a esta última en una diálogo bastante potente sobre el arrepentimiento de una madre de traer un vástago a este mundo y la culpa de sentir más aprecio por un hijo en especial.


El filme estuvo pre seleccionado al Óscar pero no logró ingresar en la terna final. Sin embargo, ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La película nos dejó para la posteridad escenas maravillosas, como el catártico baile de un joven soldado que le da nombre al filme y la triste danza de un padre que, como el conflicto mismo, siempre termina en el mismo lugar donde inició.


Periferia Noticias

08 Octubre, 2023


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